martes, mayo 03, 2005

Orificios (Simulacro de un cuento)

Mire señor le voy a decir qué es lo que pasa. Estoy ahí porque quiero, nadie me ha forzado a nada. Con el vacío emocional que vago cada día, con los orificios en el cráneo, con la sangre fluyendo a borbotones, y el dolor enquistado en cada célula. El día transcurre lento mientras yo sigo soñando que en cuanto lo vea, descubriré en sus ojos eso que he estado esperando incesantemente, pero no llega, no existe, yo lo he idealizado, he creído que ahí en su interior hay algo para mí. Y solo hay la nada, para mí la nada. Le pido disculpas de antemano por haber irrumpido en su vida sin ser invitada.
Han pasado días inmensos que han construido años de frío mármol sobre mi alma, esa lápida que yo misma he aceptado cargar sobre mis sentimientos más profundos e intensos. A usted lo veo a diario pero no logro tocarlo, no logro llegar a ese lugar donde se albergan, si es que existen, sus emociones. Lo que pasa es que mire usted, yo lo he visto ser intenso, lo que no entiendo es porqué conmigo no quiere serlo. Supe alguna vez de ciertos amores que sostuvo, vi en sus ojos un brillo que yo, desde entonces, he querido causar en usted y por eso es que yo insisto.
En esta circunstancia no hay culpables, no hay delitos, no hay sino la búsqueda en el lugar equivocado. Lamento mucho turbar esa paz que usted ha logrado encontrar en sus inversiones económicas con mis tonterías sensibleras. Debo admitir que mi necedad ha causado serios conflictos en la seriedad y austeridad de sus emociones, ya que lo distraigo de lo que para usted es importante. Sin embargo, como un virus la euforia por querer encontrar amor me ataca y, usted, sin quererlo, ha sido el blanco de mis amoríos y sueños, la ilusión de mi erotismo inacabado, bueno qué digo inacabado, si ni siquiera lo he probado. Usted es el capricho por el que exhausta sigo viviendo y por el cual a diario le molesto.
Desconozco las razones por las que yo nací con deficiencias en el cerebro para eso del pensamiento práctico;  teniendo en cambio, exhuberancias en esto de los sentimientos. Reconozco que estos desequilibrios le han causado a usted serias complicaciones, ya que lo molesto exageradamente por tener un rato de pasión, por lo menos una vez en nuestra vida. 

Hoy, es uno de esos días raros en los que despierto sin la venda en los ojos, y me doy cuenta que los orificios sangrantes yo puedo sanarlos, el dolor puedo evitarlo, el vacío emocional yo puedo llenarlo. Es sólo cuestión de desprenderme de este capricho de mi alma e irme a buscar en el mundo otro loco como yo. Ahora lo único que pido es tener esa fuerza para hacerlo y no caer nuevamente en el juego que, creo que a usted le gusta, donde usted simula que todo está bien, y yo me ilusiono de nuevo, y sueño otra vez. Le cuento, que cuando pasa yo miro estrellas en el cielo y abrirse el horizonte como un infinito océano; pero cuando usted decide que se acaba el juego, yo vuelvo a abrirme los orificios y los hago sangrar hasta desfallecer. En mi lucha por la supervivencia es que lo molesto, lo incomodo, lo hago sufrir por mis exageradas pretensiones.
Yo hoy le pido a usted que me ayude a sanar las heridas crónicas no jugando de nuevo a que “aquí no pasó nada”. Piénselo, se evitará mis interminables monólogos donde le suplico y hasta le exijo lo que usted no puede dar. Esta vez sólo le ruego un poco de piedad y misericordia, que no es lo que yo deseaba, pero que a fin de terminar con mis ataques despiadados es necesario apelar a esos degradantes sentimientos para quien los recibe y altruistas para quien los dona.
A fin de no volver a equivocarme, en mi absurda mentalidad enamorada se me ocurre poner un final al juego, con una señal apropiada. Esta noche, cuando lo vea, tendré abiertos los orificios, sangrantes como siempre, y si usted los besa, sabré que me ama, cauterizará mis heridas y renaceré. Pero si usted, llega y, como suele ocurrir, me ignora, haré fluir el
rojo líquido hasta desangrarme totalmente y rellenaré de odio los orificios, con esos ojos lo miraré siempre... ya nunca le volveré a molestar... porque mi boca la sellaré con la indiferencia que usted me proporcione y mis cuencas vacías no lo podrán mirar.

martes, marzo 15, 2005

Un absurdo... otro



Delirantemente me he dedicado a perseguirme, sí, aunque suene extraño, ha sido mi última obsesión y aun no encuentro pistas acertadas que me indiquen por donde seguir. He vagado inútilmente en otros mundos, con otras gentes y no me reconozco entre ellas…no alcanzo a hacer contacto con los personajes encontrados. Intentando llegar a casa y verme ahí he pasado largos días de ausencia, con los ojos desorbitados, la mente revuelta, y el habla pasmada. Regreso con la esperanza de saber si aquí me encuentro, ojala…

jueves, febrero 17, 2005

Atrevimiento

Quiero atreverme a soñar y desmenuzar mis sueños, subirlos a la conciencia para jugar, para atraparme en un vuelo que no termine jamás.
Quiero atreverme a abrir el cofre de palabras que guardo dentro, desempacarlas y usarlas, comprenderlas y compartir.
Quiero atreverme a dejar mis miedos guardados en la lavandería para que se limpien y me dejen vivir sin ataduras, si tan solo fueran miedos primigenios sin las capas de lo que les he cubierto.
Quiero atreverme a escribir lo que siento y no buscar máscaras que solo muestren lo que no soy; quiero dejar de ser lo que otros quieren ver en mi, aunque algunos se asusten u ofendan.
Quiero atreverme a dejarme abrazar y yo también hacerlo, sentir la calidez de otra piel fundiéndose en la mia, perderme en el abrazo y vagar por el universo.
Quiero... y no hago otra cosa mas que desear lo que nunca me atrevo...

martes, febrero 15, 2005

Hoy quiero reir de mi misma ... reír con grandes carcajadas que me ensordezcan para no escuchar los ruidos de este mundo.

martes, febrero 08, 2005

Instrucciones para Llorar y un anexo



Instrucciones para llorar
Julio Cortazar
Dejando de lado los motivos, atengámonos a la manera correcta de llorar, entendiendo por esto un llanto que no ingrese en el escándalo, ni que insulte a la sonrisa con su paralela y torpe semejanza. El llanto medio u ordinario consiste en una contracción general del rostro y un sonido espasmódico acompañado de lágrimas y mocos, estos últimos al final, pues el llanto se acaba en el momento en que uno se suena enérgicamente.Para llorar, dirija la imaginación hacia usted mismo, y si esto le resulta imposible por haber contraído el hábito de creer en el mundo exterior, piense en un pato cubierto de hormigas o en esos golfos del estrecho de Magallanes en los que no entra nadie, nunca.
Llegado el llanto, se tapará con decoro el rostro usando ambas manos con la palma hacia adentro. Los niños llorarán con la manga del saco contra la cara, y de preferencia en un rincón del cuarto. Duración media del llanto, tres minutos.
Después de leer a Cortazar con sus instrucciones precisas, me cuestiono ¿Cuántas veces después de un llanto copioso nos preguntamos el sentido de haberlo dejado fluir?; ¿Valió la pena?. Más allá de un mero hecho fisiológico lo percibimos ligado a las emociones.
De algo estoy cierta y es que limpia el alma, si no profundamente, por lo menos nos permite seguir con las tareas diarias. Seguramente el motivo que nos llevó a llorar seguirá ahí, pero podremos visualizarlo con mas claridad.
Alguna vez escuché que cuando lloramos con una película es porque no somos capaces de llorar abiertamente por nuestros propios motivos y buscamos uno externo que desencadene la catarsis, como se sugiere en “Las Instrucciones para Llorar”.
Otras veces lloramos porque “no nos cabe el alma en el pecho”, es tan grande el sentimiento de aflicción que se desborda; la salida de las lágrimas hace un poco de espacio para seguir guardando el sufrimiento.
Cuando se “nos saltan las lágrimas” por un hecho enternecedor, demostramos a los demás que somos capaces de sensibilizarnos ante hechos muy humanos.
Llorar por dolor, desesperación, angustia, soledad, alegría, nostalgia, pérdida, o por buscar compasión, la razón no importa. Llorar es una función humana que desahoga, que limpia los conductos para que las emociones fluyan libremente.
Hay otros llantos que encarecen lástimas y son interesados, pero de eso no nos ocupemos porque los que lloren así, aquí no caben.
Aprenderé las instrucciones para que mis sesiones de llanto no sean tan largas ni abrumadoras, tres minutos bastan.

jueves, enero 27, 2005

Los invencibles miedos


"A veces tuve miedo a qué negarlo/ un miedo del que tenía que tragarme los aullidos/ no uno sino muchísimos miedos/ miedo de despreciarme de preferir morir de quedarme solo sin el mundo/ sin el mundo y sin huevos/ de terminar como un guiñapo/ es horrible tener tanto miedo pero más horrible es tener que tragarse los aullidos." Mario Bennedeti (En "Primavera con una esquina rota")
Hace un tiempo, en una epoca de búsqueda en el interior, por el exterior me topé con "Primavera con una esquina rota", y aparte de hallar una lectura deliciosa, hubo muchas invitaciones a la reflexión. Esta es una de ellas.
Ayer, vagando por los blogs, encontré una lectura acerca del miedo,
www.juliosalinas.blogspot.com, y todo fue retroceder en el tiempo y buscar lo hallado, retomarlo y compartirlo.
Creo que el miedo es una sombra que va con nosotros desde el principio hasta el fin de nuestros días. Que aparece en los momentos en que menos quisieramos, que nos atenaza y nos convierte en sus esclavos; sin embargo, lo vivimos y lo ocultamos, vamos por el mundo con la certeza de que es asunto liquidado y estamos tan lejos de haberlo logrado. Unos más, otros menos. Y vamos sonriendo para que nadie note el dolor que nos causa tragarnos los aullidos.

miércoles, enero 19, 2005

Intemporal

Estaba limpiando la casa cuando una voz dijo algo así como que había agua encharcada en el piso de la sala, escuché la voz cansada sin reconocerla, voltée la cabeza buscando su imagen y me pareció desconocida. Simultáneamente en mi memoria se activó la imagen de un joven a quien yo busqué incansablemente.
De pronto, aparecí en la casa de mi infancia, en el jardín, asomando la cabeza por la reja con la mano levantada diciendo adiós. Y esa voz que me avisaba del agua, era más jovial, podría decir entusiasmada, diciendo hasta mañana. La campana que hacía las veces de timbre estaba en el mismo lugar, esperando a ser tañida por el único visitante vespertino y eso sería hasta el siguiente día. Yo tengo entonces quince años, él dieciocho.
Prosigo con mis quehaceres, guardo la escoba y el trapeador, la voz reverbera en mi cerebro por un instante en el que pienso, ¿y tú quién eres y yo qué hago limpiando y compartiendo la casa contigo? Me miro las manos, las pecas de los años han empezado a aparecer, seguramente no tengo quince, ni sus canas son de dieciocho. Y me sigo preguntando, qué ha pasado en estos años, encharcados como el agua, qué sucedió desde aquel entonces que yo, hoy, aquí, no sé que hago.
Tal vez lo sigo buscando, tal vez lo encontré y lo perdí, tal vez estoy imaginando lo que sucederá dentro de algunos muchos años y sigo parada ahí, en la reja, diciendo adiós con la mano.

martes, enero 18, 2005

Caos

Parecía premier de película. No había lugar disponible para uno más. Llegué temprano a la oficina con toda la intención de hacer lo necesario para ganarme el pan de cada día, de poner al corriente los asuntos pendientes que se han desplegado para darme la bienvenida. Hice uso de algunas artimañas para poder situarme en un lugar donde tuviera un panorama general e iniciar. Entusiasmada prendí la computadora, abrí el correo electrónico, inicia el año, veremos qué tenemos por aquí. De pronto, una aluvión se deja caer en mi pantalla, uno, dos, tres, veintiocho, noventa y uno, ciento dos mensajes. El entusiasmo declina un poco.
Hace frío y la tarea será ardua por lo que me dispongo a preparar un café. Taza en mano regreso al escritorio. Ring, ring... apuro a contestar, -buenos días, feliz año, mis mejores deseos, ¿descansada?, si, claro, gracias, no es posible, por aquí debe estar el estado de cuenta... lo busco, abro sobres, saco papeles, abro cajones, saco papeles, no aparece, qué pasa, si quieres te devuelvo la llamada.
Estoy en problemas. Estaban aquí, los recogí al entrar, fue lo primero que abrí. No aparecen. Calma, no pasa nada, por aquí están. Nada. Desfilan ante mis ojos papeles multicolores, vestidos de fiesta, brillantes y burlones, todos ellos producto de los mercadólogos que parece no tuvieron vacaciones. Los tomó entre mis manos, uno a uno y los deslizo al otro lado del escritorio, tal vez me anime a suscribirme a esa revista, o cambie de modelo de auto, o decida planear las próximas vacaciones. Los sobres siguen a mi izquierda, sobre la bandeja, violentados al abrirlos. Los papeles blancos tamaño carta, oficio o carta personal esperan su turno para recibir de mis manos el tibio saludo de año nuevo.
Acudo al cesto de basura, tal vez, en un descuido, tiré los estados de cuenta. Nada. Encontré pedazos de hojas que mutilé con mis manos antes de lanzarme a la aventura de las vacaciones.
El teléfono de nuevo, bueno, feliz año, todo bien, gracias, ¿los puntos acumulados en su tarjeta?, claro, enseguida. Dejo la bocina un minuto, traigo un fólder con papeles, 96000 puntos, de nada, adiós. Las tareas programadas con recordatorio en mi computadora hacen su aparición. Escondo las ventanas. Ring, ring, ¿los contratos? sí, ya están listos, ¿un e-mail? Ahora lo checo, si enseguida, yo le llamo. Abro la ventana de correo.
Aviento los sobres al cesto de basura, ya no sirven. Tocan a la puerta, me levanto para abrir. El cartero, oh no, más sobres impecables. Regreso y los deposito en otra charola. Con desconcierto observo que los papeles han cambiado de lugar, los sobres volvieron al escritorio, los papeles multicolores están danzando entre esos otros, elegantes, de blanco con detalles en negro. Las plumas desfilan sobre ellos dejando su huella como muestra de su afecto. La engrapadora trabaja febrilmente como casamentera haciendo uniones; el abrecartas se entretiene rompiendo sobres; el quita grapas deshace uniones antiguas; el mouse cierra las ventanas de recordatorios y ha marcado los mensajes como leídos; la máquina de hacer etiquetas desliza la cinta con rapidez; el fax arroja papeles como vómito, compitiendo con la impresora que hace lo propio.
No puedo dar crédito a lo que sucede. Me alejo, salgo a la terraza, respiro profundo, miro las plantas y me entretengo en quitar las hojas secas, ¡oh no, más hojas!. Al cabo de diez minutos regreso al escritorio, la actividad ha cesado. Empiezo a ordenar nuevamente. Me encuentro con sorpresa que las citas de mi agenda han sido cambiadas, la pluma roja fue la responsable, la delata el color de la tinta. Quiero pedir ayuda, debo estar volviéndome loca, busco el teléfono del psiquiatra, marco y me contestan en la papelería.
Cierro los ojos, respiro profundo, trato de relajarme, siento que algo está corriendo por mis piernas, brazos, manos, trato de moverme, no puedo, abro los ojos, el diurex me recorre y me ata a la silla. Las tijeras se han ido lejos, están sonrientes a varios metros de distancia. Esto va más allá de toda paciencia, me zafo con fuerza, busco mis llaves, ¿Mis llaves? ahí, sepultadas bajo nívea capa que cubre mi escritorio. Será mejor volver mañana, por hoy ha sido suficiente ajetreo.


miércoles, enero 05, 2005

Estado de resultados 2004



"La Libertad es como la mañana. Hay quienes esperan dormidos a que llegue, pero hay quienes se desvelan y caminan la noche para alcanzarla." Supmarcos

Al finalizar un ciclo nos entra la gana de recapitular y reconocer nuestros aciertos, errores y omisiones. No escapo a esta costumbre y por tanto desde inicios del mes de diciembre quise escribir un inventario del año, ganancias, pérdidas, balances y estado de resultados. Sin embargo, la época se prestó a realizar muchas más actividades y no me di el tiempo para lograr mi objetivo, en los términos que tenía planeado, lo que no impidió que si hiciera un inventario pero sobre la marcha de los días, de las horas y de las circunstancias. El balance resultó positivo.
La vida se acuña de cotidianidades, de hechos simples y tal vez comunes, y hoy por hoy estoy convencida de que vivimos sometidos a reglamentos desde nuestro nacimiento, las horas de comida, las horas de dormir, incluso hay bebés que tienen horario para el "gymbore". Así, empiezan y nunca terminan. Primero son los padres, abuelos, hermanos, después se suman los maestros, el vecino, la familia de los amigos, hasta el infinito, la sociedad completa se asocia en endosarnos un grueso compendio de reglas para vivir. De inicio nos enseñan que hay bueno y malo, y que este último concepto no es agradable a los ojos de la mayoría, por muy gratificante que nos resulte (aun no logro discernir qué es bueno y qué es malo, creo que son cuestiones de percepción). Y de ahí se siguen los calificativos a toda conducta humana, medidos siempre desde el punto de vista social (incluyo aquí el religioso).
No quiero confundir las reglas con los valores, que desde mi punto de vista son diferentes, los aprendemos y adaptamos a nuestra propia condición, los llevamos dentro y salen a relucir en los momentos necesarios. Cada quien se forma su propio código ético y actúa en consecuencia.
Siguiendo con el asunto de las reglas, hace no mucho tiempo, decidí formar mi propio reglamento de vida, bajo mis principios y acudiendo a mis valores; tomé algunas de las que conocía, otras las deseché y otras más fueron modificadas para llenar las expectativas de mi plan de vida. No fue fácil, me encontré con la crítica aguda de muchas personas cercanas que auguraban un mal fin a este experimento. Mi familia se sintió poco amada, finalmente los estaba retando contrariando las tradiciones imperantes desde los tiempos de la tatarabuela.
Aspecté mis horarios y constelaciones con los demás miembros de la sociedad con quien convivo, siguiendo el plan que marqué. Me olvidé de la dieta, agregué azúcar por montones, dejé de fijarme en el qué dirán y las buenas costumbres clasemedieras. Conocí otras personas, viajé por mis fantasías, salí al mundo y entré en contacto con él, me puse nombres extraños, saqué de mi clóset las cosas que nunca usé, dejé de ajustar el despertador, olvidé la manía de la limpieza extrema, aflojé el alma para dejarla fluir libremente, pinté mi existencia de blanco, como fondo para deslizar todos los colores imaginables, con combinaciones exóticas. Podrían pensar que mi existir se convirtió en un caos, pero no fue así, comencé a encontrar el camino a la paz interior que había buscado infructuosamente en todos los centros comerciales de la ciudad, en la temporada de primavera-verano y la de otoño-invierno.
Y fue entonces que, tratando de escribir el inventario extemporáneo (ya estamos en el nuevo año), sentada ante el escritorio, mis ojos se volvieron a un cuadro donde está escrita la idea del Supmarcos acerca de la libertad. Pensé en los principios de su revolución ideológica y en el trabajo que pasan miles de seres humanos para obtener libertad. Es por eso que concluyo que el balance del año que terminó es un avance en el camino por alcanzarla, creo que ya estoy percibiendo su preciada fragancia.
Agradezco a todos los seres humanos que me rodean su paciencia y entendimiento, en la realización de este hechizo para la libertad, espero poder ofrecerles los beneficios de vivir a mi aire, condición que per si me hace feliz.




Observante

Obsesiva la mirada la agudeza del oído la mucosa que percibe y el silencio de mis labios todo esto me describe, ...