martes, noviembre 30, 2004

The candy man

La magia y la fantasía. Su inmersión en la realidad.
Escogí el título pensando mágicamente, remontandome a la infancia, no mia exclusivamente, sino al grupo social en su totalidad.
Este fin de semana tuve la oportunidad de compartir con mis sobrinos dos días y sus noches. Observé todo el tiempo, no porque ese fuera el objetivo de estar con ellos; fue algo que se dio de forma natural durante la convivencia. No podía sustraerme si viajábamos juntos.
Todo empezó cuando guardé, temporalmente, las películas que verían en el trayecto. Ahora la tecnología termina con la magia de asistir al cinematógrafo, y visualizar en una pantalla gigante toda suerte de hadas, magos, enanos, brujas, reinas, reyes, princesas, príncipes, animales parlantes, monstruos, vampiros, hombres desalmados, leñadores, mujeres avaras, viejitas desvalidas, dragones, genios complacientes, auroras que hablan, sapos convertidos, manzanas envenenadas, calderos, varitas mágicas, héroes voladores, etc... todos de un tamaño descomunal, ante nuestros ojos. Ahora, la magia se minimiza y se hace portátil. Los niños ahora portan su mini-mundo mágico en un disco compacto y una pantalla casi de bolsillo.
Me pregunté entonces si la interacción con el mundo mágico sería igual ahora que muchos años atrás.
Llegamos a nuestro destino y mientras cenábamos, mi sobrina de cinco añitos, sentadita en la mesa, nos miraba a uno y otro, los adultos estábamos absortos en nuestra conversación; entonces ella, se levanta de la silla, y se acerca a su papá, frunce el ceño, distorsiona su rostro y hace el mohín de asustarlo, mi hermano finge asustarse, hace la pantomima, y le dice, el monstruo, llegó el monstruo. Ella repite la misma acción con cada uno de los comensales y finalmente se sienta de nuevo. Acción repetida con frecuencia durante el fin de semana.
Pensé entonces en cuántos artilugios inventamos para que nos presten atención, salimos de la realidad, entramos en la fantasía, tomamos una figura mágica, logramos que nos tomen en cuenta y de vuelta a la realidad.
Así, creo que hay muchas actitudes en nuestra cotidianidad que tienen como objetivo escapar y refugiarnos en un mundo fantástico, en donde los hechos están controlados por nosotros o tal vez ¿los hechos nos controlen?. Me doy cuenta que algunas personas, vivimos pasajes fantásticos aunque debamos permanecer con los pies en la tierra. Por ejemplo, the candy man, es un nombre que me ha perseguido toda la noche, ayer antes de dormir vi parte de un programa de televisión donde un asesino serial se introduce en la vida de una niña utilizando la fantasía. La niña entonces, no discierne entre la realidad y lo mágico, y le permite el acceso poniendo en peligro su vida.
Pensé en mi, en la niña que fui, con mis propios "Candy Man", hombres y mujeres vistos desde mi fantástica visión, y que en determinados momentos se han convertido de monstruos en príncipes y visceversa. Magos que me han llevado de la ensoñación al aborrecimiento o de la indiferencia a la pasión. Hadas que me engañaron con sus encantamientos escondiendo la bruja que llevan dentro.
Acciones con las que he sido motivada a moverme en el mundo real, para sobrevivir.
En fin, que creo fervientemente que por salud mental es preciso poner un toque mágico a nuestra existencia, por lo menos yo así quiero funcionar.




Observante

Obsesiva la mirada la agudeza del oído la mucosa que percibe y el silencio de mis labios todo esto me describe, ...