sábado, enero 16, 2010

Septiembre 2009.
Carta escrita a mi amigo Horacio en un día desesperado.

Querido amigo,
A veces cuando hay tanto que contar prefiero el teléfono… Este día mis emociones amanecieron alborotadas, otro tanto se han puesto en el camino pues las calles están húmedas y las gotas de lluvia parecen confundirse con mis lágrimas. He llorado esta mañana. Odio lo que las mujeres del clan me enseñaron acerca de los hombres, estoy molesta por eso. Yo no lo solicité y sin embargo, mi madre juró que mi padre era como un bonobo y yo lo aprendí.
Y ahora, mira la consecuencia, así vivo, buscando insistentemente en las palabras de los hombres una señal de que son humanos y hombres íntegros, con quienes pueda tener algo más lindo que un viscoso beso en donde las luchas internas entre ambos se confundan con amor.
Paradoja ¿no? C’est la vie.
Pero bueno, es también agradable escribir, aunque la voz, podría haberme acariñado... Estoy pensativa pensante pensadora esta mañana y no contestas...
Te mando un abrazo,

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